1 El amateur aprende habilidades, el profesional amplia su portafolio.
El patrón que suelo ver entre gente con experiencia en el sector y personas que están adentrándose en la forma de presentarse. Un amateur te lista lo que ha aprendido en la carrera o de forma autodidacta. El profesional te enseña urls a sus trabajos. Todos tenemos la capacidad de aprender un nuevo lenguaje. Al principio irás torpe, con la práctica irás cogiendo confianza y velocidad. Pero es más valioso saber que puedes acabar un proyecto. Después de todo a los guerreros se les conoce por sus gestas, no por el número de armas que sepan usar.
2 El amateur practica lo que sabe, el profesional trabaja con lo que necesita.
A nadie le gusta estar constantemente aprendiendo, pero forma parte de la profesión. He visto más de una vez a compañeros intentar hacer todo con el mismo lenguaje o Framework. A todos nos gustaría tener un todo en uno. Pero la realidad es que si existe tanta variedad es porque aún no se ha conseguido. Cada solución, cada lenguaje, destaca sobre una serie de herramientas: facilidad de uso, rendimiento, dispositivo, multihilo, seguridad… El profesional las aprende y las utiliza. El amateur intenta que su lenguaje haga todo.
3 El amateur habla de lo que va a hacer, el profesional te enseña lo que ha hecho.
- Le pondré este botón, que hará que el camello me mire y me guiñe el ojo. Mientras por detrás aparecerá una lluvia de elefantes rosas.- A todos nos gusta dejar libre la imaginación, pero hasta que no se puede ver solo son intenciones. El amateur habla en futuro. El profesional habla en presente. Como dice Linus Torvals: “Hablar es gratis, enséñame tu código”. Es curioso porque normalmente los profesionales ocultan su proyecto hasta que esta terminado, y luego lo enseñan. No creo que sea solo humildad, hay un poco de vergüenza a tener un proyecto a medias.
4 El amateur guarda, el profesional comparte.
Cuando un amateur acaba un script, un estilo, un trozo de código fantástico…- Es mío… mi tesoro…- Nadie nunca podrá usarlo jamás. Es demasiado bueno. Digamos que por mucho que apoye el OpenSource, tenga pegatinas de Linux en su portátil; su código sudado durante semanas es solo para él. Un profesional sube directamente a GitHub o cualquier servicio. No lo piensa. Después de todo él hace uso del software libre de otras personas (Bootstrap, FontAwesome, JQuery, Firefox…). Este mundo consiste en compartir, agradecer y ampliar.
5 El amateur espera una idea, el profesional trabaja.
Es comprensible que una persona quite alguna parte de la web por la complejidad que conlleva. Pero que no lo empiece es solo de amateurs. Todos los proyectos, por muy pequeños que sean, supone un esfuerzo. Tal vez estemos más o menos preparados, pero eso no lo convierte en imposible. El secreto para lograrlo es el mismo que usaban las tropas Romanas sobre el campo de batalla: Divide y vencerás. Significa que puedes transformar cualquier gran problema en muchos pequeñitos fáciles de solventar. Por ejemplo, un slider (Típico de cualquier web: imágenes que se intercambian poco a poco y poseen unos controles). Seguramente no sabrás como hacerlo. Pero seguro que si partirlo en pequeños retos que si sabes. Que se muestre una imagen, una transición, que cuando termine vuelva a la primera, que el botón cambie a la siguiente… El amateur espera tener todo claro, y el profesional lo resuelve sobre la marcha.
6 El amateur vive en el presente, el profesional en el futuro.
Siempre queremos tener el lenguaje que esta a la moda, con la mejor plantilla, con los mejores iconos, en la última versión de HTML5 y CSS3; pero eso no significa que debamos hacerlo. Hay que tener visión de futuro. Un amateur añade lo que quiere, cuando más visible mejor. Pero no tiene en cuenta el mantenimiento o la carga que supondrá a la larga. El profesional prefiere herramientas más estables que esté seguro. Qué no castigue la carga de la web, se quede descatalogado en unos años, que tengan buena documentación para arreglar los problemas y sea sustituible por alguna tecnología ya existente. Y por supuesto, que sea compatible con el mundo actual. Por ejemplo, ES6 (la última versión de Javascript). Un amateur utilizaría let y cons para instanciar las variables. ¡Safari no es compatible!. ¿Qué hacemos? ¿Dos veces la web? ¿Les ponemos un cartel que diga: lo siento, usa un navegador de verdad? Por supuesto será compatible en el futuro, pero no ahora. Pero esto no se limita únicamente a programadores. Los diseñadores web deben ser conscientes que algunas características de HTML5 o de CSS3, por muy útiles que sean, no funcionan a día de hoy.
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